De la lucha a la fortaleza: Entendiendo juntos la dislexia
Sentada a la mesa de la cocina, repasando las tarjetas con mi hijo por lo que parecía la centésima vez, me invadió la preocupación. Habíamos leído infinidad de libros, revisado un sinfín de tarjetas y probado todos los programas de lectura fonética que pudimos encontrar, pero nada parecía suficiente para apoyarlo en su lucha por aprender a leer. Agotada y abrumada, confesé: «Siento que te estoy fallando». Su respuesta, entre lágrimas, «Siento que te estoy fallando», me destrozó el corazón. En ese momento, supe que algo tenía que cambiar.
Mi hijo, como tantos otros, tiene dislexia. Esta condición increíblemente común afecta a aproximadamente el 20% de la población y representa casi el 80-90% de todas las discapacidades de aprendizaje. Estadísticamente hablando, en un aula de 25 estudiantes, es probable que alrededor de 5 sean disléxicos. Sin embargo, a pesar de su prevalencia, la dislexia suele ser malinterpretada en entornos educativos y también entre el público en general.
Como madre de dos niños disléxicos y defensora de derechos, hay puntos clave que necesito que la gente comprenda sobre la dislexia.
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La dislexia no tiene nada que ver con la inteligencia. Afecta el procesamiento fonológico (la capacidad de conectar sonidos con letras), no la capacidad cognitiva . Las personas con dislexia son tan capaces como sus iguales.
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Las fortalezas importan. Muchos disléxicos destacan en el pensamiento creativo y la resolución de problemas. De hecho, ¡el 35 % de los fundadores de empresas se identifican como disléxicos! La dislexia suele aportar fortalezas como las habilidades visoespaciales, la curiosidad, la capacidad de comprender conceptos complejos con rapidez, un vocabulario amplio y un pensamiento innovador. Esta condición es común entre muchas personas exitosas, como Agatha Christie, Steven Spielberg, Jennifer Aniston e inversores de Shark Tank como Barbara Corcoran, Daymond John y Kevin O'Leary. Los disléxicos pueden prosperar en casi cualquier ámbito porque su capacidad de pensar de forma diferente a menudo los distingue en su trabajo.
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Es una condición de por vida. Las personas con dislexia pueden aprender a leer y escribir, pero eso no significa que hayan superado la dislexia con la edad. Es una condición neurológica de por vida. Los adultos disléxicos aún pueden reportar problemas con la memoria de trabajo, problemas de ortografía cuando están cansados o abrumados, pueden experimentar fatiga al leer, pueden sentir baja autoestima u otros sentimientos de incompetencia, pueden seguir pronunciando mal las palabras, pueden tener dificultades con los problemas matemáticos, mala caligrafía, pueden tener dificultades para leer mapas, entre otras cosas.
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Valentía y trabajo duro. Es casi imposible exagerar el esfuerzo que realizan los estudiantes disléxicos en las tareas de lenguaje. En el ámbito escolar, las tareas de lenguaje se incluyen en todas las asignaturas. Los niños disléxicos no son perezosos ni desmotivados, y ciertamente no intentan ser difíciles. Estos estudiantes demuestran una resiliencia increíble al afrontar los desafíos de la lectura día tras día. Las investigaciones demuestran que utilizan casi cinco veces más área cerebral para tareas de lenguaje en comparación con sus compañeros sin dislexia. En lugar de caminar por la escuela, escalan montañas, todos los días. A pesar de esta inmensa cantidad de trabajo, a menudo los resultados de los estudiantes disléxicos no reflejan su verdadera inteligencia ni el esfuerzo que dedicaron a esas tareas.
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Afecta la percepción que los estudiantes tienen de sí mismos. Leer es una de las primeras tareas que se les pide a los estudiantes en la escuela, lo que la convierte en una parte temprana y esencial del aprendizaje. Para todos los estudiantes, el acto de aprender puede generar una sensación de vulnerabilidad. Sin embargo, este sentimiento se amplifica en los niños disléxicos, quienes enfrentan desafíos adicionales en un entorno donde la lectura les resulta fácil a sus compañeros. Cuando tienen dificultades con tareas que otros encuentran casi fáciles, su sensación de incompetencia puede intensificarse. Esto puede llevarlos a creer erróneamente que no son tan inteligentes como sus compañeros. Los estudiantes y adultos disléxicos a menudo experimentan ansiedad, vergüenza y frustración, no solo con la lectura, la escritura y la ortografía, sino también porque sus dificultades suelen ser malinterpretadas por los demás.
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Los padres necesitan apoyo. Muchos quieren ayudar, pero no saben qué hacer. Quizás se den cuenta de que leer en voz alta y repasar fichas, por sí solos, no ayudará a su hijo disléxico a aprender a leer, pero no están capacitados en la instrucción que su hijo necesita. Desesperados por encontrar soluciones, algunos padres recurren a un enfoque fragmentado, pero esto puede causar más daño que beneficio. Los estudiantes disléxicos necesitan una alfabetización estructurada por parte de profesores capacitados y, si es necesario, de tutores.
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Factores genéticos: La dislexia suele ser hereditaria. Muchos adultos no se dan cuenta de que padecen dislexia hasta que ven dificultades similares en sus hijos. Esto dificulta aún más el acceso al sistema educativo, especialmente si la experiencia escolar de los padres fue difícil. Su falta de confianza en el sistema puede dificultar sus esfuerzos de defensa.
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La detección temprana y la capacitación docente son fundamentales. La dislexia puede y debe detectarse tempranamente (mucho antes del tercer grado). La intervención temprana con instrucción estructurada en lectoescritura ayuda a cerrar las brechas de lectura y evita que los niños sufran muchos de los desafíos emocionales que conlleva el retraso.
La conclusión: próximos pasos para el cambio .
Para apoyar mejor a los niños disléxicos, debemos tomar medidas claras a continuación:
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Empoderar a los padres: Muchos padres no saben qué buscar para identificar la dislexia. Recomiendo visitar el artículo "Señales de dislexia" del Centro de Dislexia y Creatividad de Yale y confiar en su instinto. Si le preocupa, comience a hablar con profesionales que puedan brindarle respuestas.
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Concientizar: Difundir la comprensión de la dislexia en escuelas, bibliotecas y organizaciones. Dado que la dislexia representa entre el 80 % y el 90 % de las discapacidades de aprendizaje, los administradores escolares deben estar informados sobre esta condición.
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Normalizar las conversaciones: las discusiones abiertas sobre la dislexia en las escuelas pueden crear una cultura de comprensión y defensa, que beneficie a estudiantes, maestros y padres por igual.
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Equipar a los educadores: Los docentes deben recibir capacitación en dislexia y alfabetización estructurada, comenzando en sus programas de preparación y continuando durante el desarrollo profesional.
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Crear escuelas inclusivas: las escuelas deben celebrar los talentos más allá de lo académico, creando un entorno donde cada estudiante se sienta valorado por sus fortalezas únicas.
Meghan Volk, MA, es Practicante Certificada de Lenguaje Académico (CALP) y madre de dos niños con dislexia. Sus diagnósticos impulsaron su compromiso de apoyar a los niños con dificultades de lectura. Con casi dos décadas de experiencia trabajando con jóvenes en salud mental, hogares de acogida, educación primaria y secundaria, y educación superior, Meghan ahora ofrece apoyo especializado en lectura a través de su consultorio en Orton-Gillingham, Dyslexia Tutoring Center. Obtenga más información en www.readinghelpnow.com o sígala en Instagram @dyslexiatutoringcenter.